vv.1 • • • 5 • • • • 10 • • • • 15 • • • • 20 • • • • 25 • • • • 30 • • • • 35 • •
Hch 4:1 Hablando ellos al pueblo, vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos,
Hch 4:2 contrariados de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos.
Hch 4:3 Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde.
Hch 4:4 Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil.
Hch 4:5 Aconteció al día siguiente, que se reunieron en Jerusalén los gobernantes, los ancianos y los escribas,
Hch 4:6 y el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran del linaje de los sumos sacerdotes;
Hch 4:7 y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué autoridad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?
Hch 4:8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos,
Hch 4:9 puesto que hoy se nos investiga acerca del bien hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado,
Hch 4:10 sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo el nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, en Su nombre está en vuestra presencia sano este hombre.
Hch 4:11 Este Jesús es la piedra menospreciada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
Hch 4:12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
Hch 4:13 Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y notando que eran hombres sin instrucción e indoctos, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús.
Hch 4:14 Y viendo al hombre que había sido sanado, que estaba en pie con ellos, no tenían nada que decir en contra.
Hch 4:15 Entonces les ordenaron que saliesen del sanedrín; y conferenciaban entre sí,
Hch 4:16 diciendo: ¿Qué haremos con estos hombres? Porque de cierto, es evidente a todos los que moran en Jerusalén que una señal notable ha sido hecha por medio de ellos, y no lo podemos negar.
Hch 4:17 Sin embargo, para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno sobre este nombre.
Hch 4:18 Y llamándolos, les ordenaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen sobre el nombre de Jesús.
Hch 4:19 Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios escuchar a vosotros antes que a Dios;
Hch 4:20 porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.
Hch 4:21 Ellos entonces les amenazaron otra vez y les soltaron, no hallando ningún modo de castigarles, por causa del pueblo; porque todos glorificaban a Dios por lo que se había hecho,
Hch 4:22 ya que el hombre en quien se había hecho esta señal de sanidad, tenía más de cuarenta años.
Hch 4:23 Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho.
Hch 4:24 Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, Tú eres el que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay;
Hch 4:25 que mediante el Espíritu Santo, por boca de David nuestro padre Tu siervo dijiste: “¿Por qué se han enfurecido los gentiles, y los pueblos planean cosas vanas?
Hch 4:26 Se levantaron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra Su Cristo”.
Hch 4:27 Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra Tu santo Siervo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel,
Hch 4:28 para hacer cuanto Tu mano y Tu consejo habían predestinado que sucediera.
Hch 4:29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a Tus esclavos que con todo denuedo hablen Tu palabra,
Hch 4:30 mientras extiendes Tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de Tu santo Siervo, Jesús.
Hch 4:31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.
Hch 4:32 Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.
Hch 4:33 Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos.
Hch 4:34 Porque no había entre ellos ningún necesitado; porque cuantos eran dueños de heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido,
Hch 4:35 y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad.
Hch 4:36 Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación), levita, natural de Chipre,
Hch 4:37 que tenía una heredad, la vendió y trajo el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.
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